Los chavorrucos de la política hidrocálida…

No, si no crean que no existen, son los más aguerridos, los que se resisten a dejar de participar en estos menesteres, la mayoría de ellos iniciados en el Revolucionario Institucional y otros pocos en la extrema derecha, esos que acompañaban a sus padres a misa pero el día anterior los espiaban en el cuarto de la azotea haciéndole los honores a la musa de sus más bajas pasiones. 

Ahora que ya logré captar su atención me voy a permitir guiarlos por un breve relato que en verdad espero sea de su agrado y no sea considerado por ninguno, en especial de usted; amable lectora o lector, alusión personal. 

Y es que eso de vivir fuera del presupuesto, cuando ya medio te venías acostumbrando a el, sin mayor esfuerzo que hacer valer el apellido, resulta ahora poco efectivo. 

Identifiquemos pues a ésta notable generación (X), como la más sufrida en la escena política local desde hace al menos unos treinta años, muchos de estos jóvenes gravitan alrededor de los 50 años y algunos de ellos aún siguen asistiendo a los antros cuando sus obligaciones hogareñas se los permiten, algunos otros, como el que esto escribe, siguen creyendo que vivimos el mejor momento y creemos que nos siguen viendo con mejillas lozanas y que nuestros rostros permanecen en el ánimo de las militancias como las “caras nuevas”. 

La verdad es que muchos ya tuvimos la oportunidad de engañar a la población con esos discursos de inclusión y de que conmigo las cosas serán distintas. Creo fuimos peor tal vez que los que nos antecedieron y que veíamos desde nuestra trinchera con rabia, coraje o envidia porque ellos si gozaban de privilegios que sentíamos conseguían a costa de nuestro trabajo en las calles.

Sea como sea, por más que expusiéramos queja alguna, siempre nos callaban convenciendo a alguno de nosotros que los demás vivían en el error y que era mejor no engordar el caldo a nadie, so pena de ser excluido por los meros meros (dinosaurios), aquellos a los que idolatrábamos o que nos enviaban para que les aplaudiéramos cada que se subían a escupir saliva desde los templetes.

Ya no sé si, al seguir escribiendo, me debe dar risa, tristeza o sinceramente, un profundo pesar por haber perdido mucho del valioso tiempo de nuestra juventud en una lucha que finalmente terminaron comiéndose esos viejos que, hoy ya tienen su lugar en la historia, por buenos seguramente no, pero por haber sido parte de ella, si. 

Seguramente cuando nacimos nuestros padres, al igual que todos creo, pensaron y llenaron su mente e imaginación con imágenes de un hijo triunfador, tal vez el que llegaría a ser algún día Presidente de la República, al menos diputado, luego esas ideas se vendrían desvaneciendo pasando por la imagen de un joven doctor, maestro, licenciado, arquitecto, hombre de negocios. Ya con el pasar de los años a lo único que aspiraban, era a ver a sus hijos en un trabajo estable, aunque fuera de burócrata con todo y sus prestaciones. 

Aquí es cuando dice uno, ¿para qué soñar? si los sueños siempre serán de los que nos roban hasta ese derecho, ¿para qué pelear? si los que triunfan siempre serán aquellos que atesoren o acumulen mayor riqueza, aunque sea robada.

En fin, esos jóvenes hoy no tanto, mis cuates los chavorrucos hacen nuevamente gala de ese espíritu combativo, de esa fuerza interior que les llama a seguir luchando por destacar, por demostrar que se puede ir en contra de los apellidos, de los caciques, de los de rancio abolengo, que se puede ir en contra de las bajas pasiones e intereses malsanos que luego corrompen la vida política de un pueblo. 

Hagan su mejor esfuerzo y a darle a través de sus nuevos partidos, sé que no era lo que hubieran querido, pero debo decirles que, no pasa nada, si en tu casa no te quieren, vete a la del vecino a platicar, a soñar.

Amigos chavorrucos, no importa si estudiaste licenciatura, maestría, doctorado o simplemente dejaste pasar la vida haciéndote ilusiones, tampoco importa si la hiciste en España, en Estados Unidos, en Canadá o igual te graduaste de la Galilea, lo que importa es la huella que dejas a tu paso, los amigos que haces y sobre todo, los que conservas.

Existen los secretos y la secrecía en esta danza; secretos que no nos pertenecen pero de los cuales aprende uno mucho. Algún día, solo si ustedes lo piden, les contaré el porqué como en la escuela no debes enamorarte de nadie, así como en tu trabajo, mucho menos en la política, sobre todo si es del mismo sexo, porque cuando se pelean, nublan su buen juicio y los electores se dan cuenta que en efecto, tal vez eran igual que ellos, pero nunca se los confesaron, así que simplemente les mintieron…