Los fabricantes de coches alemanes, acusados de pagar experimentos con humanos y monos

El País

Berlín.- Volkswagen, BMW y Daimler, las tres marcas de automóviles más emblemáticas de Alemania, vuelven al punto de mira por un nuevo y peligroso escándalo. Los tres gigantes del motor encargaron y financiaron experimentos en los que se hizo inhalar gases emitidos por motores diésel a monos y a seres humanos para determinar los efectos que estos tienen sobre el sistema respiratorio y sobre la circulación sanguínea, según revelaron varios diarios. El Gobierno alemán ha señalado que los experimentos no tienen ninguna justificación ética ni científica, y ha llamado a los fabricantes a reducir las emisiones en lugar de intentar probar que no son dañinas.

Los experimentos con monos, que se llevaron a cabo en 2014 en el laboratorio Lovelace Biomedical de Alburquerque, fueron denunciados la semana pasada por el periódico estadounidense The New York Times. A esto se ha sumado que este lunes dos medios alemanes, el Stuttgarter Zeitung y el Süddeutsche Zeitung, han revelado que la Asociación Europea de Estudios sobre la Salud y el Medio Ambiente en el transporte (EUGT), una entidad fundada en 2007 por las tres empresas y Bosch, hicieron inhalar dióxido de nitrógeno (NO2) a un grupo de 25 personas en una dependencia de la clínica universitaria de Aquisgrán.

La meta de los experimentos con ambos seres vivos era demostrar que las emisiones de gases de sus autos equipados con motores diésel no eran dañinas. Según la información revelada por los dos periódicos alemanes, un informe de actividades para los años 2012-2015, señala que la Asociación hizo inhalar monóxido de carbono a “gente sana”. “No se comprobaron reacciones a la inhalación de NO2, ni tampoco inflamaciones en las vías respiratorias”, señala el informe.

 

Thomas Kraus, el director del Instituto de la clínica universitaria de Aquisgrán, ha confirmado la existencia del estudio y ha explicado al diario Stuttgarter Zeitung, que la investigación no estaba relacionada con la manipulación de gases tóxicos que arruinó la imagen de Volkswagen en Estados Unidos. Sin embargo, Kraus ha admitido que los resultados solo tenían una validez limitada, ya que no eran extrapolables a toda la población y que el NO2 representaba solo una parte de los gases contaminantes que emiten los motores diésel.

Preguntado por el escándalo, el grupo Daimler admitió en un comunicado el pasado domingo, que condenaba con energía, el experimento llevado a cabo por EUGT. “Estamos conmocionados por la extensión y la implementación del estudio y condenamos los experimentos en los términos más enérgicos”, señala Daimler que explica que la firma no tuvo ninguna influencia en la realización del experimento. “Hemos iniciado una investigación exhaustiva para determinar cómo pudo realizarse ese estudio, que contradice nuestros valores y principios éticos”, añaden.

Por su parte, el presidente del Consejo de Supervisión de Volkswagen, Hans Dieter Pötsch, se ha distanciado de los experimentos. “En nombre del conjunto del Consejo de Supervisión me distancio con total determinación de este tipo de prácticas”, ha anunciado. Además, ha explicado que hará todo lo que esté en sus manos para que “esos sucesos se investiguen completamente” y “rinda cuentas de ello el que sea responsable”.

Críticas del Gobierno alemán

El escándalo tampoco ha dejado indiferente a la canciller alemana Angela Merkel, que, por medio de su portavoz, Steffan Seibert, ha exigido una aclaración de las empresas. “Estas pruebas con monos e incluso con seres humanos no son, desde un punto de vista ético, de ninguna manera justificables”, ha anunciado este lunes en Berlín. “Lo que tienen que hacer los fabricantes de automóviles con las emisiones es reducirlas y no pretender demostrar que no son dañinas”.

El viernes pasado, The New York Times reveló que el Instituto de Investigación respiratorio Lovelace en Alburquerque, Nuevo México, había utilizado un Beetle 2013 de Volkswagen para hacer inhalar las emisiones a diez monos encerrados en una habitación, donde podían mirar una pantalla de televisión que les servía de distracción. La meta del experimento era buscar una demostración de que los nuevos motores diésel no eran contaminantes. Pero el estudio fue un fraude: el coche utilizado estaba equipado con un software para reducir las emisiones.

“Las pruebas con monos y seres humanos son absurdas y repugnantes”, ha señalado el primer ministro del estado federado de Baja Sajonia, Stephan Weil, que también es miembro del Consejo de Supervisión de Volkswagen. El político socialdemócrata ha asegurado que no estaba informado de los experimentos y ha exigido a las máximas autoridades del mayor constructor de automóviles del mundo una condena ejemplar a los experimentos llevados a cabo por orden de EUGT, un organismo que dejó de existir en 2017.