La nueva Anormalidad

Que chulos ojos…

La nueva Anormalidad.

Aún y con todos los extremos cuidados a los que fuimos exhortados por parte de todas las autoridades, competentes o no, muchos no perdimos oportunidad para intentar descubrir que rostro se ocultaba tras ese pedazo de tela que hoy nos distanciaba de manera irregular, por supuesto que nuestra imaginación nublaba la objetiva realidad que aguardaba en silencio tras ese antifaz pandemico.

 Aunque muchos no lo crean, en poco tiempo logramos descubrir que los ojos también pueden sonreír, que en ésta misteriosa etapa por la que nos conduce la historia, en la que dimos obligadamente un pequeño respiro a nuestro planeta, nos permite escuchar muy de cerca el canto de las aves, interpretar las miradas, acostumbrarnos a medir distancia como si de eso dependiera la existencia de uno u otro, dejándonos guiar por el inconsciente espíritu de supervivencia; no faltan pues la coquetería, los halagos y los piropos para lanzar caballerosamente el piropo que destaque la belleza femenina, aun a sabiendas de que lo ha hecho al azar porque tal vez la vida y no el destino le permita descubrir el verdadero rostro de tan espontaneo afecto.

Así las cosas, del lado romántico, nos situaremos en la extrema realidad, esa que hoy comienza a revelarse a través de una nueva Anormalidad, en efecto, leyó usted bien anormalidad, la que nos permite una lectura siniestra del recuento de los daños, de las consecuencias de nuestras acciones, de nuestras omisiones, de la colateralidad de nuestras responsabilidades en la atención y reacción solidaria de nuestro entorno

Hoy sabemos por fin que rostros se ocultaban atrás de esos trozos de tela, quienes expusieron su integridad a título personal, anónima y solidaria, también hoy sabemos quienes se subieron al barco de la solidaridad pero nada más como pasajeros, sin una función real más que la de vituperar en ese inexplicable afán meramente protagonista. 

La nueva anormalidad nos tendrá expuestos por mucho tiempo, nos mantendrá alertas y lo más importante, con una mejor certeza de quienes son los verdaderos héroes del último capítulo que enfrentó la especie humana en contra de un mal invisible, mortal y peligroso como la maldad misma. 

Aun no llegan los préstamos, respaldos o apoyos prometidos para mucha gente y ya les están llegando los recibos de cobro, los bancos no fueron realmente solidarios, tampoco algunos gobernantes, los pobres no eran tan pobres como muchos creían y los ricos tampoco lo eran tanto, como ellos mismos se creían. Fíjense muy bien entonces a quien le guiñan el ojo de ahora en adelante, en la nueva anormalidad, porque alguien sigue y seguirá sin mostrar su verdadero rostro, sin duda…

César A. Cervantes Mena